
En la
mitología griega,
Cerbero (en
griego Κέρβερος
Kérberos, ‘
demonio del pozo’), también conocido como
Can Cerberos, era el
perro de
Hades, un monstruo de tres cabezas, con una
serpiente en lugar de cola.
Cerbero guardaba la puerta del Hades (el
inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Era hijo de
Equidna y
Tifón, y hermano de
Ortro. La existencia de un perro infernal en la entrada de los infiernos parece que ya estaba presente en la mitología indoeuropea original, pues aparece en los mitos de otros pueblos indoeuropeos, como es el caso del perro ensangrentado
Garm en la
mitología escandinava.
El
Minotauro (del griego Μινόταυρος, Minótauros), era un
monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de
toro. El
mito tiene su versión más completa en la
Biblioteca mitológica de
Apolodoro.
[1] Su nombre significa "
Toro de Minos", y fue concebido de la unión entre
Pasífae y un magnífico toro con motivo de una afrenta divina. Fue encerrado en un
laberinto diseñado por el artesano
Dédalo, hecho expresamente para retenerlo,
[2] ubicado probablemente en la ciudad de
Cnosos en la isla de
Creta. Por muchos años, hombres y mujeres eran llevados al laberinto como sacrificio para ser el alimento de la bestia hasta que la vida de ésta terminó en manos del héroe
Teseo.
Al principio sólo era un cachorro, pero conforme se alimentó y empezó a crecer llegó un punto que fue imposible controlarlo. Dos veces fallaron los dioses en su intento por apresarlo: primero con la cadena
Leding y después con la todavía más fuerte
Droma, de las que se liberó fácilmente.
Los dioses del
Asgard pidieron la fabricación de una ligadura irrompible a los
enanos. Éstos les fabricaron una cinta liviana, dulce, sedosa y fina, que sin embargo nadie podría romper, pues estaba fabricada con el sonido de la pisada del gato, la barba de la mujer, las raíces de la montaña, los nervios del oso, el soplo de los peces y la saliva del pájaro. La llamaron
Gleipnir. Lo encadenaron en la isla Lyngvi, en el lago Ámsvartnir.
En la
mitología nórdica, el
Midgard (en
nórdico antiguo Miðgarðr) es el mundo de los hombres creado por los dioses
Odín y sus hermanos,
Vili y
Ve tras el combate con el
gigante primigenio
Ymir. La etimología del nombre deriva de
mið/mid ("medio, centro") y
garðr/gard ("asentamiento, residencia rural"). El vocablo nórdico
garðr se relaciona a dos palabras escandinavas modernas:
gård ("patio", "granja", "residencia rural aislada", cf. "yard" en inglés) y
gärd ("corral", "campo cultivado rodeado por valla o cerco"). En ese sentido,
Midgard representa la tierra asentada por los hombres, un "asentamiento/residencia en el centro del mundo conocido", de allí el término común de "Tierra del Medio".

El
unicornio es una criatura
mitológica representada habitualmente como un
caballo blanco, con patas de
antílope, barba de
chivo, y un cuerno en su frente. En las representaciones modernas, sin embargo, es idéntico a un caballo, sólo diferenciándose en la existencia del cuerno mencionado.

En la
mitología griega,
Quimera (en
griego antiguo Χίμαιρα
Khimaira;
latín Chimæra) era un monstruo horrendo, hija de
Tifón y de
Equidna, que vagaba por las regiones de
Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo rebaños y animales. Fue madre con
Ortro de la
Esfinge y el
León de Nemea.
«Quimera» procede del
griego Χίμαιρα
Khimaira, que significa ‘
macho cabrío’. Puede que tras el mito esté una batalla real contra un líder guerrero o un bandido cuyo nombre, título o símbolo tuviera que ver con el macho cabrío.
Las descripciones varían desde las que decían que tenía el cuerpo de una
cabra, los cuartos traseros de una
serpiente o un
dragón y la cabeza de un
león, hasta las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío, que le salía del lomo, y la última de dragón, que nacía en la cola. Todas las descripciones coinciden sin embargo en que vomitaba
fuego por una o más de sus cabezas y por su trasero. Era sumamente rápida.

Un
golem es, en el
folclore medieval y la
mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. En
hebreo moderno, la palabra «golem» significa «
tonto» o incluso «estúpido». El nombre parece derivar de la palabra
gelem, que significa «materia en bruto».
Scholem, en su obra "La Cábala y su Simbolismo", escribe que el Golem es una figura que cada treinta y tres años aparece en la ventana de un cuarto sin acceso en el gueto de Praga.
La palabra
golem se encuentra en la literatura
talmúdica para referirse a una sustancia embrionaria o incompleta. Similarmente, los golems se usan primordialmente en la actualidad en
metáforas, bien como seres descerebrados o como entidades al servicio del hombre bajo condiciones controladas pero enemigos de éste en otras. De forma parecida, es un insulto coloquial en
yidis, sinónimo de patoso o retrasado.